12 de julio de 2018

Niños y Liderazgo



Hay personas, que por la seguridad que demuestran en sí mismas, inspiran confianza a otras y logran que su entorno los valore, respalde e imite. Estas son características del líder. 

Cuando los niños interactúan con otros (en la escuela u otros contextos) practican habilidades sociales, algunas de las cuales son típicas del líder. Su desarrollo depende de la personalidad del niño y del estímulo que reciba en casa y en la escuela.


No obstante, el liderazgo se canaliza positiva o negativamente. “El liderazgo se refiere a la capacidad de las personas para influir y conducir a otras hacia un objetivo. El líder motiva a los demás a crecer (líder positivo). No obstante, también puede conducir a un camino inadecuado. Hay dos tipos de “niño líder”: el que guía a su grupo a ser más competitivo, entendiéndose esto último en términos no de "ganar por ganar", sino de consecución de metas y de ser eficiente. Por la otra parte está quien es un "dolor de cabeza" para los profesores; que cuando hace algo inadecuado los demás lo siguen (Alejandro Vélez, psicoterapeuta, presidente de la Asociación Psicológica para el Desarrollo Humano Apdeh-Xinergia, Perú).

Fomentar el liderazgo positivo requiere de estimular el desarrollo de cualidades desde los primeros años del niño, dice Carolina Muñoz, psicóloga del Centro Arcade. Se deben fomentar cualidades y dar herramientas para que los niños asuman roles divergentes en sus grupos, afianzar la confianza, autoestima y educación en valores. La etapa en la que se debe incentivar el liderazgo es a partir de los 3 años, pues a esa edad los niños han adquirido el lenguaje que les permite expresarse, de tal manera que pueden compartir con otros niños de forma más significativa”.

Los padres desean que sus hijos sean niños independientes, seguros de sí mismos, con alta tolerancia a la frustración y –por qué no– que sean tomados como modelos a seguir por sus compañeros, es decir, niños líderes.

Entonces, ¿qué se debe hacer para conseguir que este liderazgo sea positivo y para que utilicen su talento en ayudar a otros y no en actividades indeseables?

Desarrollar la empatía (ponerse en el lugar del otro) es importante. Sin embargo, para los niños no es tan sencillo inculcarles este concepto, ya que en esa etapa están más centrados en sí mismos. Es por ello que lo importante es empezar por enseñar solidaridad y respeto hacia los demás. Igualmente, fortalecer la autoestima de los hijos, dice la psicóloga Karla Martell.

El liderazgo se incentiva, mas no se impone. Si se tiene un hijo tímido, forzarlo a ser extrovertido no beneficiará al desarrollo de su carácter. Se debe invitar al niño a participar, a ser protagonista de sus pequeños logros, transmitirle confianza en el sentido de que "sí puede". También estimular el pensamiento lateral: enseñar a los niños que hay opciones diferentes para resolver un mismo problema. 

Un líder se desenvuelve en un marco social, esto supone brindarle oportunidades para demostrar sus habilidades dentro de un grupo. Por ello se recomienda a los padres y maestros alentar a los niños a participar en actividades colectivas con sus pares.

Durante las exposiciones escolares, por ejemplo, bien sean presenciales o a distancia, los niños pueden recibir ayuda de terceros previo al evento, pero el día de su presentación deben ser ellos los protagonistas. Sentir que tienen el control de su desempeño. Y si algo no resulta como se esperaba, pues explicarles que fallando también se aprende y que pronto lo harán mucho mejor. En fin, hacerlos sentir que están en el camino de hacerse "expertos" en algo, y que ese logro tiene sus altos y bajos.




A manera de conclusión

Los niños en primaria reciben una educación integral. Esto supone la adquisición de conocimientos, el desarrollo de habilidades y la adopción de valores para la vida en sociedad. Debe haber un equilibrio entre cada aspecto.

Un niño líder no es el que más sabe de un tema, el que impone su opinión o saca ventaja constantemente a sus compañeros.

Un líder es quien cumple con sus obligaciones, termina a tiempo sus deberes, es reflexivo acerca de lo que aprende, ayuda a sus compañeros a lograr los objetivos de la clase y respeta a sus profesores.

Un niño en el camino de ser un líder positivo debe tratar de ser compasivo ante las debilidades del otro, tolerante con las diferencias. Esto es especialmente importante hoy cuando se promueve la diversidad en el aula. La presencia de un niño con dificultades de aprendizaje es una excelente oportunidad para que otros demuestren su solidaridad, paciencia y deseos de ayudar. 

El niño líder respeta las normas establecidas y la opinión de sus pares. Sólo así podrá convertirse en un modelo positivo a seguir.

En consecuencia, los padres deben estar atentos a posibles distorsiones que puedan presentarse en la conducta del niño, como producto de un afán por criar un hijo líder.

Los niños en edad escolar están centrados en sí mismos y deben ser conducidos, progresivamente, hacia un desempeño superior. Esto incluye, entre otros, hacerles ver sus fallas y animarlos a mejorar constantemente.

No se debe sobre valorar al niño, ya que se creerá superior a sus compañeros e, incluso, a sus profesores. Hay que recordar que sus personalidades están en formación, lejos aún de tener una capacidad de discernimiento o reflexión acertada; por eso deben ser guiados en todo momento.

Por otra parte, los “supuestos” de un líder adulto no aplican a los niños en edad escolar. El riesgo está en que el niño malentienda lo que se le inculca y termine siendo un líder negativo.

Un niño que se burla de sus compañeros por no terminar a tiempo las asignaciones, que no ayuda a sus iguales a superar los errores, no puede ser considerado un líder. Al contrario, podría estar en camino de convertirse en un “mandón”; es decir, alguien que impone su opinión pero no atrae partidarios ni despierta simpatía en sus compañeros.

El líder es alguien que seduce, que no necesita imponer su punto de vista. El líder busca consensos, fomenta acuerdos, aplica la mediación, toma decisiones que benefician a su grupo y a la organización. Un jefe "manda", un gerente "lidera". Lograr este perfil del líder adulto, requiere que el niño aprenda a valorar y respetar a sus compañeros y profesores, tanto como a sus padres.

Finalmente, los empleadores, muchas veces, valoran las llamadas “habilidades blandas” (trabajo en equipo, capacidad de comunicación, empatía, asertividad, habilidad para buscar soluciones concertada a los problemas, entre otras) por sobre las habilidades “duras” (conocimiento especializado). Sucede que toma más tiempo (y no siempre se logra) formar a un líder con cualidades sociales que a un especialista.

Mario Contreras

Fuentes consultadas:

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