A raíz de una discusión -durante una evaluación de proyecto- acerca de las recomendaciones que realiza el ministerio de educación venezolano a los planteles públicos sobre hacer investigación-acción (IA), o proyectos de aula con base en el paradigma socio-crítico, surgió la oportunidad para volver sobre un post escrito hace ya algún tiempo, el cual trata sobre los paradigmas en general y, entre ellas, el socio-crítico (Ver en Paradigmas).
Ahondando
un poco más, el paradigma socio-crítico surge como respuesta a los paradigmas (enfoques)
cuantitativo y cualitativo. Lo que llama la atención es su vinculación con
aspectos ideológicos que deben, se supone, ser compartidos por los miembros de
la comunidad. Allí está presente el tema de la "liberación del
hombre" y la búsqueda de la transformación social a través del cambio
político.
De
acuerdo a Habermas (1996), se busca lograr que el ser humano logre una
autonomía de pensamiento, con base en el razonamiento acerca del rol que le
corresponde en la sociedad. Para ello es menester que el sujeto se capacite
para la transformación social mediante la participación dentro de su comunidad.
El objetivo central es preparar al individuo para que se enfrente a la realidad
social con una actitud transformadora (Terrones, 2009)
En este
orden de ideas, Alvarado y García (2008) señalan: "toda comunidad se puede
considerar importante para el trabajo social, asumiendo que es en ella donde se
dinamizan los procesos de participación. Se sostiene que la respuesta más
concreta a la búsqueda de soluciones es establecer relaciones a nivel de...
todas las instituciones políticas y de masas, además de todos los
representantes de las instituciones de cada esfera de conocimiento, no solo
para resolver problemas, sino para construir la visión de futuro que
contribuirá a elevar la calidad de vida de esas personas...en el ámbito de su
acción particular, ya sea en la esfera, ya sea el educativo, el político,
social, el general u otro".
Igualmente,
en cuanto al método, si bien contempla la IA Participante (o Participación)
también destaca el método de análisis crítico-dialéctico.
En
fin, el paradigma socio-crítico tiene implicaciones políticas e ideológicas que
obligan poner atención al hecho de que se recomiende su aplicación en las
instituciones del estado. Esto porque se presta para interpretaciones
subjetivas, de lo cual ya hemos visto suficiente en veinte años. El resultado
en términos de calidad de la educación que se imparte, en comparación con
épocas anteriores, es manifiesto y lamentable.
Además,
la "visión de futuro" que bien reseñan Alvarado y García, se ha
traducido en la visión de futuro de Chávez, Maduro y los Castro, entre otros.
Una visión que -tal como lo plantean los teóricos del paradigma socio-crítico-
cuestiona al capitalismo y sus efectos en la capacidad del individuo para tomar
decisiones que mejoren su calidad de vida. Posición ésta que, a la luz del
fracaso del Estado venezolano, de las políticas socialistas y de la destrucción
institucional generalizada, resulta risible hoy día.
El
reto de los docentes hoy
En
consecuencia, se precisa hoy más que nunca, que los estudiantes entiendan qué
es realmente una sociedad capitalista, qué es el liberalismo como modelo de
libertades económicas y sociales. Que sean ellos, nuestros alumnos, capaces de
asumir una posición de "síntesis dialéctica" - si eso es lo que desea
el ministerio de educación- luego de anteponer los postulados liberales a las
utopías del socialismo teórico (que nunca a existido), pero sí sus efectos
tangibles en términos de generador de pobreza, control social y violencia.
Porque sí algo tenía claro el Ché, era que no se podía hacer revolución sin
lucha, sin violencia. Sus efectos están hoy a la vista en la región.
Así
que habría que indagar cómo es, en la práctica, la aplicación de los postulados
de ese paradigma bajo el dogma del "chavismo", así como sus
implicaciones para con los alumnos.
Triste
recuerdo
Un
posible ejemplo de esa síntesis dialéctica que promueve el ministerio la viví
en el 2018, cuando fui invitado por un estudiante de postgrado, a un liceo de
Catia (oeste de Caracas), donde se hacía una exposición de fin de año escolar
sobre diferentes temas. Allí una estudiante me relataba, de manera muy seria,
acerca del diferendo limítrofe con Guyana. Ella exponía cómo hoy ese país
explotaba los supuestos recursos venezolanos de la mano de empresas
estadounidenses en el Esequibo, y que "el presidente Chavez había sido el
único que había levantado su voz para defender los intereses venezolanos en esa
región".
Demás
está decir lo preocupado que quedé y lo arrepentido de no haberle susurrado a
esa estudiante que indagara la realidad de ese asunto -que no me creyera a mi-
y que descubriera ella misma- como el difunto presidente había, justamente,
renunciado a continuar las discusiones sobre el diferendo, atentando contra la
soberanía venezolana, en una época en que el gobierno de Guyana era de
izquierda, por ende afecto al régimen venezolano, y Chávez requería su voto en
la ONU y OEA.
Más
información en mi post Paradigmas
Fuentes
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