Civiles y militares trasladan a un funcionario herido durante enfrentamiento con insurrectos. Crédito: Biblioteca Nacional. |
El día que comenzó el desmoronamiento de una democracia hacia un comunismo de pobreza y atraso. La Cuarta República había derivado en un sistema corrupto e ineficiente, pero era perfectible sólo a través del poder civil. Aun existía separación de poderes; la economía era relativamente estable, y los gobiernos no se dedicaron a saquear a PDVSA. Intervenían, pero había respeto hacia la industria; sabían que la otrora "gallina de los huevos de oro" debía ser manejada por profesionales.
Aún falta un "mea culpa" de los líderes sobrevivientes de "la cuarta". De no haber existido tantos cordones de miseria (menos que los actuales, claro está); si hubieran promovido el progreso de los más humildes, en lugar del "Juan Bimba", jamás hubiera habido caldo de cultivo para los insurrectos. Los pueblos cultos no se dejan engañar tan fácilmente.
El retrógrado anhelo de otro Marcos Pérez Jiménez también veló la conciencia de millones, quienes no supieron diferenciar entre un déspota ilustrado que quería "aburguesar" a la sociedad (no era mala idea), y otro, convencido de que multiplicar la pobreza sería la "palanca" para permanecer en el poder y acrecentar su aura mesiánica.
Luego de llegar de Europa, "el gran manipulador" declaró que soñaba con ver a Venezuela sembrada de fábricas como las había visto en Alemania. Pero, carecía de un proyecto viable de país (el progreso y no la riqueza hace libre a las naciones), optó por el modelo de Fidel, que le garantizaba el control de los medios de producción y de las instituciones; un aparato policíaco y de propaganda infalible, que serviría para endilgar al "enemigo interno o externo" la responsabilidad de todos los males que aquejaran a la nación. Al final, el fracaso comunista se ha repetido; como si no existiera testimonio de las hambrunas, asesinatos, persecuciones y escasez que trajeron los regímenes de Mao, Stalin y Fidel, entre otros.
Hoy, nadie, en este país, puede decir que no conoce el comunismo y sus tristes resultados. Tampoco lo que significa militares activos mandando sobre millones de civiles, en lugar de tropas, por naturaleza, su único espacio posible.
Su heredero, quien tuvo el deber de hacer un "reformismo" (a lo Deng Xiaoping), el cual garantizara la supervivencia del régimen y le evitara al pueblo las penurias actuales, optó por dar el gusto a los Castro, y a una élite cívico-militar, insaciable en sus ansias de riqueza fácil, y a quienes no les bastaba con haber saqueado a la nación.
No tiene él, obviamente, sentido de la historia. No sabe que ésta la escriben los historiadores, con base en hechos que no se podrán ocultar ni tergiversar. No entiende que con su proceder absurdo está asumiendo las culpas que le corresponden al diseñador del desastre. Pudo haber escuchado a quienes tienen el conocimiento y haber comenzado a corregir las grandes distorsiones que han colocado a Venezuela en el umbral del hambre, la lástima y el estado fallido.
Pero él lo quiso así. Su destino será el que ya le está configurando la opinión pública. Y no habrá sitio donde no escuche el eco de la historia por venir.
Esperemos que el cambio de rumbo llegue más pronto que demasiado tarde. Feliz 4F.
Mario Contreras
Mario Contreras
Imagen tomada de Sumarium
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